Eucaristía de ingreso al postulantado e inicio de una nueva aventura.
El día 20 de enero del presente año, ingresamos a la casa de postulantado San José del Romeral (Estrella – Antioquia). Un acontecimiento lleno de esperanza, ilusiones y sueños que surgen de la alegría al compartir con hermanos de diferentes pueblos, ciudades y países, todos con el deseo de vivir la experiencia del Postulantado acompañados de la persona de Jesucristo, el cual nos ha llamado para destinar nuestra vida a la obra redentora dentro de la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores. En este día fuimos recibidos por el equipo de formadores, y con total disponibilidad y apertura nos sentimos acogidos y alegres para iniciar nuestro proceso formativo.
Seguido a ello, el domingo 2 de febrero de 2020, se iniciaba en el colegio Luis Amigó de La Estrella – Antioquia, la Eucaristía dominical, como habitualmente se realizaba. Pero esta vez dicha ceremonia litúrgica, tenía una particularidad, contenía los deseos y motivaciones de 16 jóvenes, que se presentaban ante Dios y la comunidad como postulantes de la Congregación, que con las puertas abiertas del corazón, generosamente los recibían, y les mostraban que el objetivo fundamental de la vida consagrada, más allá de la misión específica que la Providencia Divina encargó al Padre Luis Amigó por medio de su amada congregación, es el seguimiento de Cristo como zagal del Buen Pastor, que ayuda a discernir con claridad la llamada vocacional.
Nuestra formación de postulantado en tiempos de pandemia.
Este acontecimiento dentro del proceso de formación, fue un momento precioso de interiorización y reflexión con respecto a la llamada y la misma respuesta que veníamos dando, todo esto apoyado siempre desde la oración familiar y comunitaria, de manera presencial o por los medios virtuales. Además, no podemos dejar de lado que la pandemia obligó a que todo el mundo hiciera una pausa y se cuestionara acerca de un montón de realidades por las que nadie antes se había preocupado, así pues, nosotros no fuimos la excepción, ya que también tuvimos la oportunidad de llevar una reflexión a planos trascendentales que nunca se pasaron antes por la mente, y que, permitieron el redescubrimiento personal y del entorno, donde tuvimos que aprender a utilizar y aprovechar los medios digitales. En definitiva, toda esta experiencia nos permitió descubrir nuevos escenarios de integración en los que pudimos conocer más sobre el carisma, la misión y los pilares de la Congregación, y de igual manera de cada uno de los formadores y la comunidad en general. Todo esto, nos llevó a vivir más de cerca la experiencia de la vida comunitaria con la que descubrimos en cada uno de los hermanos nuevas cualidades y talentos.
Experiencia de la comunidad formativa.
Estar con personas que han sentido o sienten el llamado de Dios para que lo escuchen en los diferentes escenarios de la vida social es de una gran responsabilidad, pues del discernimiento que se haga depende vivir una vida feliz. De ahí, que tener la palabra acertada, en el momento indicado y en la situación adecuada, es de personas sensibles que, a las voces del Espíritu, que viene a nosotros enmascarada casi siempre de evidencias muy concretas que nos llevan a mostrar caminos, no un único y si varios, pues no podemos decidir sobre la vida de nadie, pero si brindar pistas o elementos para que las personas a la luz de la verdad y del Espíritu tomen las debidas decisiones que más se adecuen a la plenitud. Por eso la experiencia de formar parte del equipo de acompañantes durante este año, ha sido ese trabajo sincero de brindar elementos para despertar a la vida y a la consciencia, porque estamos convencidos que sólo así podremos tomar las mejores decisiones que nos brindarán las oportunidades de trascender y ser seres que reflejemos lo que tenemos dentro.
De ahí, que luego de haber tenido otras cortas temporadas de contacto con grupos de formandos, sobre todo en Brasil, nuestra destinación para este servicio constituyó inicialmente una sorpresa, sin embargo, aceptamos el reto que se nos planteó, lo particular es que nos encontramos con un grupo de jóvenes sorprendentes por su heterogeneidad y variada riqueza humana e intelectual. Consideramos nuestro principal servicio a ellos, la disponibilidad constante a ayudarlos en su discernimiento escuchándolos siempre con apertura y comprensión y tratando de mostrar para ellos con actitudes y palabras, el sentido profundo de esa vida en la Iglesia, a la cual creen haber sido llamados para servir al Reino de Dios, como zagales del Buen Pastor.
Esta experiencia ha sido enriquecedora de manera personal; aceptar cada proceso de los postulantes como única e irrepetible, dándoles la oportunidad para creer en ellos y tener fe en el futuro dentro de nuestra Congregación. Ahora que nos encontramos al fin de este acompañamiento cercano con ellos, como enseñanza, podemos decir que ha sido un momento de complicidad, de paciencia, de enseñanza en el doble sentido de la palabra, yo con ellos y ellos con nosotros.
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