Elaborado por: Fr. Dubier Montoya – Gestión académica
Así es el Corazón de Jesús: insaciable en su deseo de darse a sí mismo. Imparable en la entrega. Irreprochable en su amor. El amor más puro, que no tiene otra intención que el bien de aquellos a quienes ama.
Durante aquella tarde, el señor estuvo regalando, a quienes se acercaban a Él, todo lo que tenía: su Palabra, su paz, su salud, su atención, sus manos. Él y sus discípulos habían estado todo el día al servicio de miles de desconocidos que se acercaban Jesús. Y llegada la noche, se dan cuenta de que la gente, seguramente, debía tener hambre y que ellos no tenían nada para darles.
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